miércoles, 30 de noviembre de 2011

Pedido de auxilio para comprender la poesía visual: del Jason de Scuzzo al Saturno de Goya


“La poesía está por todas partes, pero llevarla a la tela es, por desgracia, más complicado que verla”
Vincent Van Gogh



Lo que sigue debe entenderse como un pedido de auxilio realizado con humildad.

Como desde hace mucho tiempo defiendo la idea de que la poesía se distingue por su cualidad de ser discurso sobre el concepto (sea general o particular), antes que un uso musical del lenguaje, y como de ninguna manera se me ocurriría restringir lo discursivo a lo meramente verbal, de tal manera que las percepciones vinculadas a lo táctil, lo visual, lo olfativo, lo gustativo y lo sonoro me resultan perfectamente comprensibles como “discurso”, junto con toda la serie de combinaciones posibles, no tengo ningún problema en aceptar como válido el concepto de “poesía visual” (véase, por ejemplo: http://boek861.com/index.shtml).

El problema que encuentro es el límite. En tanto idea en la cual la imagen trata de un concepto, me cuesta distinguir entre a) la poesía visual de una imagen tratada como poema visual por su autor de b) la poesía visual percibida por el observador en cualquier ilustración o cuadro visual, en la cual, tal vez, el autor no introdujo en su práctica la idea de “poesía” en ningún nivel.

En este contexto, poesía visual sería aquella imagen o contenido fílmico (sonoro o no, acompañado de lenguaje verbal o no) elaborada por un poeta visual, pero también lo sería un Jason Voorhees ilustrado por Scuzzo (una reinterpretación particular de una imagen que es un ícono generacional), El descendimiento de Van Der Weyden, cualquiera de los bisontes de Altamira (excepto quizá ese del medio que es demasiado lánguido para mi gusto), una foto del Arco del Triunfo con dos turistas canadienses que simulan sostenerlo y, si extendemos esta idea de lo poético, son también poemas:  el Pájaro Lunar de Miró, el aroma de un trozo de excremento de perro accidentalmente pisado y asociado en la imaginación de un transeúnte con un candidato a diputado, la imagen mental de una tela de araña fosilizada, la voz de los almuecines en una madrugada invernal de Estambul, el deslizamiento de la mano sobre la suavidad y el ronroneo de un minino consentido, un recuerdo algo vergonzante de la infancia, el sabor del agua de Roma cuando se enlaza al aroma una pizza de mozzarella, tomates frescos, albahaca y ajo, el temblor emocional de los morrones asados que preparaba mi abuela y el gusto y aspecto casi vaginal de los higos frescos cuando están en su punto perfecto.

(El párrafo anterior es también, por lo tanto, un poema dentro del texto, en donde se establece una enumeración que actúa como argumento sólo en un sentido desencadenante.)
     
En este sentido, poesía es aquello que se hace concepto a partir de la percepción del cosmos que nos rodea, un discurso conceptual que trata de una existencia asociada y diferenciada del fenómeno, lo cual es igualmente válido cuando el fenómeno es, al mismo tiempo, algo construido para ser percibido, por ejemplo, como poema visual.

Supongo que se debería ser muy ingenuo para asociar simplemente la idea de poesía visual al uso de técnicas específicas vinculadas a las nuevas tecnologías de la información o la comunicación, o al mero uso de símbolos convencionales cuya semántica se reelabora en el contexto de una imagen o recorrido visual más o menos elaborado. 

Tampoco me seduce la idea del distanciamiento respecto de la poesía verbal, en el sentido de representar la poesía visual una evolución de aquella. Menos todavía me importa el carácter supuestamente vanguardista o trasgresor de la poesía visual (aunque tampoco sería justo censurarlo como "arte de clase media"), ni me interesa demasiado como mecanismo de propaganda ideológico-política, pues, en este otro sentido, las viejas filmaciones propagandísticas nazis, con sus filas perfectamente encuadradas y de ritmo perfecto, sus banderas, sus planos amplios y generosos, su sentido de la estética en un orden marcial que figuraba un orden político que figuraba un orden social, serían también buenos ejemplos de poesía visual. Así como no hay nada ideológicamente neutro en el arte, tampoco hay en la poesía nada inherentemente bueno en una perspectiva moral. Algunos de mis escritores favoritos, como Tolkien, sostienen una ideología reaccionaria que no podría ni querría ocultar, Neruda es el gran poeta que es más allá y más acá de su sentido político del comunismo. Parece claro, al menos en sus líneas más generales, el contenido ideológico de la Navidad mística de Botticelli, y que personalmente no comparta ese contenido no lo hace menos poético para mi apreciación estética singular.

De aquí mi confusión y mi pedido de alivio mental, destinado a quienquiera se digne responder...

Son poemas visuales, El triunfo de la muerte de Brueghel y el Saturno de Goya, ¿qué otra cosa podrían ser? No creo que pueda decirse que son simplemente imágenes. Mi cara en el espejo es una imagen. Y no es lo mismo, ¿o sí? No. Sí. No sé.