lunes, 14 de febrero de 2011

HISTORIA VERÍDICA DE CÓMO EL ORGASMO FEMENINO SE DESCUBRIÓ EN MI CASA

Nota previa: el relato que sigue es una reproducción fidedigna de un notable acontecimiento acaecido en enero o febrero de 1999. El relator solicitó su re-edición y aquí se expone (fuera de la tónica general del blog) a los efectos de cumplir con un merecido y nostálgico homenaje a las cosas que hacíamos hace una década... locuras de juventud... que repetiremos cada vez que podamos...

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(Narración a cargo de R... A..., alias "El negro")

Mi nombre es... pueden llamarme como quieran, mientras no me rompan las pelotas.
No demos vueltas al pedo. La cosa vino así.
Estábamos con unos amigos y ya nos habíamos morfado la pizza.
O en una de esas no, pero ya nos habíamos tomado una cervecita seguro, y yo me caía de sueño, bue, más o menos.
Para que no se me arme quilombo no les voy a decir los nombres de los que estábamos pero éramos la negra, yo, la jermu del pelado y el pelado.
La cuestión venía no sé por dónde, pero como pasaban las doce y los dos vasos de birra y los mates de la tarde ya pueden suponer que habíamos agotado los temas de política, sacarle el cuero a la familia, putear por cómo está este ispa y el mundo, cómo nos vamos a ir al carajo y cómo hacer para no irnos allá.
La negra y el pelado se habían enfrascado en una de esas discusiones dónde los dos dicen lo mismo, pero como no se escuchan aprovechan para discutir. Justo no me acuerdo como venía, pero el asunto es que la negra se para y dice algo así como que el reconocimiento del placer sexual de la mujer es cosa de los últimos doscientos años. Me parece que el asunto era por lo de la emancipación de las tipas, como si alguien pudiera emanciparse de algo en este mundo podrido.
Ahí no más el pelado le canta quiero retruco qué de dónde sacaste esas boludeces y la negra se le rió en la jeta y le preguntó si para él era una cosa nueva, que por qué no agarraba una enciclopedia de la historia de la sexualidad (son así, se las dan de intelectuales y se tiran con libros, menos mal que no se creen albañiles). Entonces el pelado le dice que no, que mirá las minas de Creta que andaban con las tetas al aire, que qué dice el Levítico (el pelado es un rabino que se cree ateo), que mirá el Kama Sutra y los jarrones de la dinastía mongo.
Les juro que son así... si no me creen... se pueden ir a cagar.
La negra estaba canchera y como tenía la iniciativa lo mandó a freír churros y el pelado se quedó con bronca.
La mujer, claro está, le llevaba la contra y yo no me metía, dios mío de qué carajo estarán discutiendo.
Las minas iban a la carga, destacando las atrocidades y la sumisión de las mujeres en la antigüedad, cosa que es verdad, y el otro se enfrascaba en decir que todo eso era muy lindo y que estaba muy bien (aunque era muy feo y estaba muy mal), pero que no quería decir que las mujeres no tuvieran orgasmos en tiempos de Nabucodonosor y su hijito el Nabo-Polasar, qué joder.
Se le vuelven a reír y a la postre el tipo se calienta (Van a pensar que el pelado es un boludo que se calienta por cualquier boludez. Es así.) se calienta y les dice: que bueno, que está bien, que a él le parece otra cosa, pero que si ellas, la negra y su mujer, querían creer que eran las primeras mujeres en la historia de la humanidad en haber tenido un orgasmo, está bien.
La verdad es que me cagué de risa.
La cosa no terminó ahí, las tipas se metieron en seguir discutiendo de nuestro machismo (y el suyo) y el pelado, que había salido perdiendo más o menos por goleada, estaba igual contento porque parece que discutir le sirve solamente si puede hacer un chiste.
Después pasamos al abuso de menores y que si el pelado no sabía todos los tipos de orgasmos diferentes que tienen las minas (les faltó hacerle un folleto para leer en el bondi) y finalmente debatimos acerca de la justicia (que no existe). Pero no hay sorpresa porque con el pelado siempre terminamos hablando de lo mismo, yo no sé si el tipo se da cuenta de lo obsesionado que está con el asunto.
Bueno, los machos hicimos mate y levantamos los platos (las otras se hicieron las boludas) eran como las dos de la mañana del domingo y los lunes se labura, o sea que: “hablamos nos vemos un beso chau-chau rajen de acá que me voy al sobre”.
Pero tengo que decir que, aunque creo que el orgasmo femenino sí existía antes de Matusalén, que cosa, que apoliyo, loco, me estoy durmiendo, el asunto es interesante.
Mirá si fuera verdad, pasa un bondi y ladra el perro del vecino, si en mi propia casa se descubrió finalmente la verdad de la milanesa del orgasmo femenino... a lo mejor la negra y la mujer del pelado tienen razón... que sueño... será por eso que el mundo anduvo siempre para el carajo...