miércoles, 26 de octubre de 2011

Clara noche de justicia y memoria


Prisión perpetua para Astiz, uno de los símbolos del horror de la dictadura



Al calor del sonido de la televisión escribo estas líneas apuradas y apenas como una vibración, como un parpadeo en la eternidad. Nada que pueda ser recordado, ni siquiera pensado realmente.
No se me acusará con propiedad de ser nacionalista o argentinista, a pesar de mi amor por ciertas costumbres y formas rioplatenses y sudamericanas y latinoamericanas también.
Pero hoy me siento bien en mi pellejo argentino. Porque mientras escribo un funcionario lee las duras condenas en la causa seguida, perseguida, consabida, contra los represores, torturadores, genocidas y perpetradores de los demás ultrajes contra la condición humana a la que pertenecen y de la que no se les niega ahora nada en cuanto a sus derechos humanos, fundamentales y procesales. Y esa es sin duda alguna la nota de la victoria. Hoy están siendo condenados algunos ejecutores de las atrocidades de la última dictadura argentina en el contexto, que para muchos será ya anecdótico y materia de mística, de la Escuela de Mecánica de la Armada.
Entre tantas y tantas muestras de pertinaz impunidad que hay en el mundo, donde tantos genocidas permanecen ajenos a todo juicio, e incluso son tachados de heroicos cuando eliminan por la circunstancial necesidad a otros genocidas, hoy, aquí, en mi país (del que tantísimas veces hablamos tan mal nosotros mismos) hoy refulge y acontece una clara noche de justicia.
Y con toda la aguda consciencia de que mis palabras son innecesarias, erráticas, provisionales, las suelto a rodar por el mundo, a que su única victoria sea acompañar a quienes realmente lucharon por este bien presente y a amonestar, quizá apenas a incomodar a quienes preferían el olvido y hasta la idolatría de las atrocidades.
Que sean siempre estos los laureles de los que habla ese himno nacional que tan poco me gusta y me emociona, y sea siempre ésta la sombra arrancada de la bandera argentina, que tal vez por latinoamericana, tal vez por ser tercermundista y burda, tal vez por ser apenas y simplemente humana, sea en algún futuro innecesaria.