sábado, 31 de agosto de 2013

Invitación precedida por el descubrimiento del espíritu

Como cualquier forma de arte el erotismo nos despoja de nuestra animalidad. Considerado en términos de equilibrio universal tal vez sea algo triste pero, por otra parte, ese desplazamiento particular del instinto nos eleva a medios de comunicación insospechados y, en tanto auténtica comunicación, crea en el universo algo distinto, algo nuevo: lo multiplica a un costo energético muy bajo. Así, la consciencia humana de la que estamos tan orgullosos es más bien una consecuencia de que la cultura haya desarrollado en nuestros ancestros un universo simbólico paralelo y diferente al meramente material, en el cual la abstracción y el pensamiento tienen perfecto sentido porque dan sentido a esa ciega materialidad inherente al ser omnímodo que rodea al indeciso e intermitente pensamiento humano. El espíritu humano no ha creado el cosmos, pero le ha dado nombre, como se ha dado nombre a sí mismo y, como es bien sabido, quien nombra algo ¨ lo controla.

Esos dos puntos suspendidos son significantes de una hesitación. No son puntos suspensivos, no retienen a la mente en la duda... la precipitan a una conclusión. Es mi invento de esta noche en la que descubro que he perdido mi voz. Siento que el pensamiento que se expresa ya no es mío. Intelectualmente sé que jamás ha sido mío, pero me aferro como todo mundano artista a la creencia sentimental en la posesión de una consciencia que puedo llamar mía, capaz de ser, de reconocerse en el ser y de crear algo que es. El viejo liberalismo sostenía que el hombre, para serlo, debía ser dueño de sí mismo y de una cierta fracción del cosmos. Yo sostengo que apenas puede tenerse como propiedad ese sentimiento engañoso: nuestro cuerpo y sus pulsiones son materia del cosmos, turbulencia de la inexistencia, y nuestro pensamiento es una serie de secuencias aleatorias dibujadas por caóticos estímulos culturales que se asocian en regularidades sólo porque es la manera más económica de seguir existiendo. Nuestras prácticas son todavía ¨ más limitadas.

De modo que ahí está el espíritu. Hijo de la consciencia humana¨ pedazo de hijo de puta.

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