La idea es la siguiente: es hora de que los judíos empecemos
a festejar abiertamente la navidad.
Nuestros hijos (recl) aman a Papá Noel casi tanto como sus
padres han amado a Mamá Nuela, los arbolitos son simpáticos y no hay manera de
esquivar la realidad que nos muestra Hollywood (que significaría Santo Madero
si se escribirá Holy-wood): la gente sólo está dispuesta a hacer algo por este
mundo y sus habitantes y a creer en los milagros entre el 23 y el 26 de
diciembre ¡lástima que son feriados!
Nuestra festividad más cargada de milagros es Pesaj, así que
deberíamos moverla apenas tres o cuatro meses para atrás, porque la patética
idea de convertir el árbol en un candelabro con un candil supernumerario en
Jánuca (http://simjaonline.com.ar/486-januca-historia-y-conceptos),
puesto al servicio de una triste estirpe
monárquica (la Asmonea) y la casta oligárquico-sacerdotal que aprovecharon con
oportunismo sin par (a la altura de un José Fouché –lean a Zweig, carajo- http://libros.literaturalibre.com/jose-fouche-el-genio-tenebroso/)
una insurrección popular (la Macabea) ha fracasado y es un auténtico aborto conceptual
desde el punto de vista del pensamiento simbólico.
Sí queremos conservar Pesaj en su fecha, para incrementar el
número de comilonas oficiales no importa. Así como hay muchas maneras de
celebrar Pesaj (yo mismo edité una Hagadá: https://sites.google.com/site/elpartisanocultural/home/materiales-y-complementos que se ha utilizado en varios lugares) también podemos
encontrar la manera judía de celebrar la Navidad, al punto que casi no se noten
las diferencias doctrinarias.
Recordemos que (en realidad, me parece a mí que) el punto
central de la Navidad es el nacimiento del Niño-dios. Cierto que eso del dios
hecho carne nos puede traer algún problema ético (a mi no, en realidad, porque igual
soy un triste ateo que terminará en el Limbo de Dante –que es donde va la gente
interesante, por otra parte- en el mejor de los casos). Pero la persecución y
matanza de los niños de Belén ya la conocíamos desde el nacimiento de Moisés
(¡caramba, qué coincidencia!) e incluso
hay una cantiga sefardí archiconocida (Abraham
Avinu) que retoma la navidad para aplicarla al nacimiento de Abraham, con
su estrella y todo, excepto que Teraj es José, Nimrod es Herodes y el establo Betlehemita
es reemplazado por una cueva en Caldea (aunque Teraj no era carpintero –muy honroso-,
sino un triste oficial de la guardia de Nemrod –el mismo que quiso construir la
torre de Babel-). Vean esta versión, muy completa aunque de mala métrica: http://es.wikipedia.org/wiki/Quando_el_Rey_Nimrod
A ver, entonces: si no tenemos preferencia por los
infanticidios nada nos impide celebrar el nacimiento de Jesús Niño y su
salvación (recuerden que el Talmud cuenta que Dios lloró cuando vio morir a los
egipcios en el Mar Rojo, imagínense como quedó con la décima plaga, en Pesaj
nos tapamos el rostro cuando la recordamos). La historia es conmovedora y llena
de buenos momentos dramáticos, permite versiones narrativas de una gran belleza:
ahí tenemos la “Peregrinación” http://www.youtube.com/watch?v=tGZXxHirN9Y
en la muy autóctona Misa Criolla de Ariel Ramírez, que tiene estrofas
entrañables (yo lloro a veces cuando la escucho), mientras que el remate “A la huella, a la huella, José y María... Con
un dios escondido... nadie sabía” es tan bueno (si se omite la blasfemia
desde el punto de vista judío dogmático) que es digno de Francisco de Asís (el
del lobo bueno y los hombres malos, otra excelente historia). Recomiendo el enlace de esta parte de la Misa
Criolla especialmente a los cristianos que no la conozcan. Aunque el papa
Benedicto XVI recientemente obliteró al buey y al burro de la historia (¡Ay
burrito del campo, Ay buey barcino, mi niño está viniendo, háganle sitio!)
http://www.lanacion.com.py/articulo/100953-benedicto-xvi-quita-el-burro-y-el-buey-del-pesebre.html,
mi crítica no le hace justicia.
¿Dónde estaba? Ah, sí. La cosa es como sigue: a nivel medio,
el conocimiento de la historia judía por parte de los judíos es tan, pero tan
pobre que incluso nos puede venir bien festejar la navidad sin sentimientos
religiosos para recordar un período tan importante. A pesar del silencio de Flavio
Josefo sobre la figura de Jesús, incluso como metáfora de los conflictos judíos
de la época la leyenda es muy importante. Es importante recordar las tensiones
entre fariseos y saduceos, es importante recordar las luchas por el poder en
torno a un trono que era apenas una cortesía del imperio romano, es importante
recordar la lucha por la libertad de consciencia y por la auto-determinación
ideológica y cultural de un pueblo cuando las facciones lo dividen. Recordemos los
muchos episodios de la vida de este niño que se vinculan con las tradiciones y
los sentimientos judíos y lo mucho que pueden valorarse sus enseñanzas más
humanitarias desde la ética judía. Realmente, integrar algunos elementos al
canon judaico no reviste ningún problema.
Siempre persistirá el problema de la “naturaleza” de Jesús,
pero también podremos recordar que esta cuestión fue resuelta en el propio
cristianismo después de muchas luchas (y ciertamente después de varios siglos
de ocurridos los hechos) y nos basta recordar su figura a la manera de muchos buenos
e inteligentes cristianos que impusieron los valores éticos por sobre las
construcciones teológicas que con frecuencia no son más que trampas del poder
(y de esta crítica no escapa nadie). En cualquier caso, no seríamos los judíos
unos buenos “hermanos mayores en la fe”, como nos llamara Juan Pablo II si solo
negáramos la existencia de los hermanos menores (se entiende que en edad
cronológica, no en jerarquía)
http://juanpablo2do.blogspot.com.ar/2009/02/nuestros-hermanos-mayores.html.
En las familias se festejan los cumpleaños de todos los hermanos, y todos
pueden comer de la torta de todos...
Juegos aparte, mientras navegaba en Internet con estos temas
en la cabeza encontré páginas interesantes que me recordaron mucho a León Bloy:
esa alma torturada, cuya escritura era admirada por Borges, vivía en la tensión
entre el odio hacia el Israel retratado por el poder de la iglesia como asesino
de Cristo y el amor hacia ese Israel que es la patria de Jesús. Idéntica
tensión persiste hoy en muchos campos intelectuales, religiosos y políticos,
donde la tolerancia no es parte del reconocimiento recíproco. Principalmente,
la tensión se incrementa cada año en el campo cultural, en donde todas las
tradiciones, todos los manifiestos éticos y morales, todas las buenas
intenciones son convertidas en tristes mercancías: también Jánuca, también la
Navidad... recordemos que Santa Klaus vestía de azul, rojo y verde y que una
compañía de gaseosas lo convirtió en lo que es... hace pensar en las remeras
con el rostro del Che...
La nena se levanta de la siesta, mi tiempo se acabó, muchas
felicidades a casi todo el mundo y si no escribo nada más que tengan casi
TODOS y casi TODAS un feliz año 2013. ¿Por qué “casi”? Porque
algunos siguen prefiriendo las ganancias a la justicia, la codicia a la
solidaridad, el interés egocéntrico a la tolerancia y el prejuicio a la
reflexión... a ellos les deseo un cambio de consciencia... pero eso duele y no
hace feliz, de modo que desearles felicidad es un contrasentido, me parece.